Una història terrorífica

Amb les aportacions del nostre alumnat del Club de Lectura, s’ha creat una història realment terrorífica i meravellosa, amb ella i la sessió de cinema del proper dimarts, tanquem la primera etapa del CL sobre novel-la negra i fantasia, us la deixem perquè pugueu gaudir d’aquesta:

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La primera vez que lo escuché, fue mientras pasaba cerca del matadero. Venía de vuelta hacia mi casa, cuando de repente, escuché un ruido bastante extraño, algo así, como un grito. El grito provenía de aquel matadero, por matadero me refería a cementerio, aquel lugar donde los muertos dormían y descansaban, esperando quizá el momento idóneo para… quién sabe.

Al escuchar ese grito y darme cuenta de que parecía de todo menos humano, un espeluznante escalofrío me recorrió el cuerpo, así que sin más dilación, comencé a correr hacia el matadero para saber de quién era ese grito, parecería una locura, pero me resultaba familiar y no podía no acudir a esa llamada de socorro, pues algo me empujaba a hacerlo.

A lo lejos y en dirección hacia dónde corría, escuché un disparo y entre gritos me pareció escuchar la voz de Perpi, mi fiel amigo del alma:

– Olmos, siempre deseaste mi muerte, reconócelo ahora, mirándome a los ojos mientras me quitas la vida, siempre me has odiado y al final vas a conseguir lo que más querías, verme muerto.

– Sí, por fin te arrodillas ante mí, no creerías que te librarías de mí tan fácilmente.

– Te descubrirán, todo lo que has hecho de destapará, todo, hasta tus más oscuros experim…

De repente, dejé de escuchar las voces de mis amigos, la luz de la vida de Perpi se había apagado y yo ni siquiera sabía por qué. Corrí todo lo deprisa que pude, sin parar ni mirar atrás, pero al llegar, no podía creerlo, mis ojos abiertos como platos y mi boca sin poder musitar una sola palabra… Perpi no estaba, Olmos no estaba ¿qué estaba sucediendo? ¿es qué me había inventado una historia que no existía? ¿Es que quizá mi miedo había provocado una terrible alucinación? Pero los gritos eran reales, las voces eran reales…. Algo estaba sucediendo que no lograba comprender, algo se me escapaba en esta insólita situación.

Busqué por todas partes, llevaba horas dando vueltas en círculo sobre el mismo sitio, repitiendo cada movimiento de manera metódica por si en algún momento había pasado por alto algún factor, pero ninguno de mis amigos aparecía, y entonces lo vislumbre a lo lejos, entre los matojos de la parte norte, asomaban los deditos gélidos y desnudos de un pie, y me temí lo peor.
Corrí de nuevo, tan rápido como jamás lo había hecho, no me sentía las piernas, pero no importaba, las lágrimas caían sobre mis mejillas, no quería pensarlo, no quería llegar y encontrar a mi amigo sin vida, por un momento, fui egoísta, fui muy egoísta y pensé, por favor, que no sea él, que sea otro… Y entonces llegué, y entre los arbustos pude vislumbrar su cara, su preciosa e inocente cara. Su semblante era triste y de decepción, había muerto a manos de un amigo, completamente decepcionado y preguntándose por qué.

¿Cómo pudo pasar esto en tan poco tiempo? ¿Cómo pudo matarlo? Y entonces lo sentí, había alguien más, podía percibirlo. Miré a un lado y a otro, delante y en la dirección de mi nuca, recorrí con la mirada todos los rincones buscando a Olmos, cegada por la rabia, pero no vi nada. Entonces escuché el crujir de una puerta cerrándose, la puerta de una caseta que se encontraba al fondo de un camino de tierra, y fui en esa dirección, en su búsqueda, no pensaba en las consecuencias de mis actos, únicamente necesitaba, anhelaba una explicación. Al llegar, no había nadie, busqué y busqué pero no conseguí encontrar a nadie, así que comencé a pensar que quizá mi imaginación me estaba jugando malas pasadas, que quizá los ruidos comenzaban a ser producto de ésta, quizá era real y oficialmente, me había vuelto loca. Pero entonces lo vi, entre las sombras, un hombre con un abrigo sujetando una pistola con su mano derecha, aunque parecía tener dificultad para mantenerse en pie.

Con cuidado y sin hacer ruido huí, comencé a retroceder sobre mis pasos para alcanzar la puerta de salida, por la misma que había entrado para jugarme la vida por un absurdo ruido escuchado a lo lejos, por la rabia, una absurda rabia que quizá iba a buscarme la muerte. Al voltear, vi una sombra que aguardaba a mis espaldas, intenté esquivarlo, huir, pero él era más rápido. Entonces lo vi, bien de cerca y lo que creí ver, me pareció increíble, impensable, imposible… parecía un zombi, pero estaba ¿cachas? iba con una máscara i un machete, y venía hacia mí. Me escondí lo más rápido que pude, pero ahí fue cuando vi un gancho tras de mí, el asesino giró la esquina y me dio con el machete. Me tiro al suelo, me cogió y me colgó en el gancho. Intenté desengancharme, pero no hubo éxito, de repente, del gancho salieron unas patas de araña y supe que justo en ese momento, se acababa mi historia, cha cha cha…

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